domingo, 1 de mayo de 2011

Estudiando a Diego Pino (Introducción)

Es una introspección, por supuesto. He de reconocerme en aquella niñez que me volverá a encontrar (según el poeta). El procedimiento es sencillo: nacemos vacíos, pálidos, como el pañuelo desechable. Y desde ese punto el procedimiento también es extraño: somos tan desechables como dignos de invertir.

De esto trata la inteligencia: economía, en la medida que no nos apropiamos de ella. Somos más sensible de lo racional que nos suponemos (según el escritor hispano) y sobre eso trata mi introspección: enfatizar mi sobrevivencia por sobre el vivir.

* Pretendía ocupar palabras eruditas, pero sometería demasiado la razón para lo que tiene que ver con yo inconsciente... Ese ajeno que vive en mi casa. Lo desollo y para poder convivir con su muerte he de olvidar. He de olvidar.

Somos tan desechables como para que vuelva a encontrarme la niñez y se reconozca entre sollozos (por lo menos eso creo que sacaría de mí). La niñez es en lo que habita.

* Este silogismo me descarna y sin quererlo paso a dominio de otro, aquel bárbaro amado por como mata.

Pollock, la historia, Freud y el mismo inconsciente no preveen su origen del después. Pasa el antes para justificarse en nacimiento. El llanto me recuerda al llanto. Al mío, siempre al mío. Por esto he de llorar perfectamente (según el argentino).

La otredad para con mi vanidad. Esa tal vacía.

...

(Y en la medida que el otro viene de la confirmación de uno mismo)

...

Silencio. ¿Quién habla? Soy yo y sin quererlo.

1 comentario:

sombrasenllamas dijo...

Muy buen comienzo para un ensayo, muy alentador y sin prejuicios.
Nadie como uno mismo para destruirse o valorarse.
Beso!