domingo, 29 de junio de 2008

La bandera del Big Bang (En contra de la Guerra, o la intención belicosa)


Te levantan los pasos y sus países
y te agitan al verte marchar.
Los dientes aúllan llenos de ti.
Son aullidos de colores grises.

Cada vez que avanzas miras en lluvias
los granos cada vez más latentes.
Saluda desde abajo el monte lunar
y sus hijos: cráteres inocentes.

Y marchas
con el tiempo bajo las razas.
Son las bocas
quienes lenguas son toda su caza.

Y gritas
cuando caras son todas mi cara.
Somos nadie
quienes botamos ramas, tu casa.

El marco es el fondo del cielo
y tu pecho ya no son las nubes.
Cuando llueven cenizas me cubres,
pesan kilos mis alas al vuelo.

E incide
una espiga en toda la luna.
Es tu barro,
y miradas buscan tu manzano

Es tu tráquea
la que escapa de tu madera.
Son mis hoyos
y mis túneles de ti se aglomeran.

Son los rayos
que me muestran tu cuerpo de trigo.
No son rayas.
Son entierros bajo la bandera.

jueves, 26 de junio de 2008

Redireccionando (gente, con este Inédito de dos días)


En Monte Andes se vio caer
la roca más amarilla del cielo.
Cuida tu cabeza Betty,
que el terremoto no te vote el velo.

Las balas se van directo al hoyo,
como mis oídos atraen sonido.
Y no veo tu puerto Andes
donde evitas que los marcianos canten.

Las palomas vuelan porque llueve,
y las estrellas mojan porque estoy esperando
el campo minado de mis pensamientos
y la sonrisa de lo que mis manos cuelen.

El agua rebota porque levito
y alcanza las alas de tu techo
al mojar las plumas de tus tejas.
La bandada se inscribe en tu pecho
y son el rastro mis dedos marchitos
que siguen el hueco de los álamos.

No creo que en mi cuerpo habite el comercio
que ya salen humo de las nacionales.
Atraigo miradas emocionales,
como el cuerpo ha cambiado en tu Versalles.

Todas las manos son de mi centro
y como ombligo perdón les pido.
Puedo resucitar del mar perdido
y alterar el orden con mis lamentos.

Y mi cuerpo sale de mi tierra
que aparece en el mejor de los infartos.
¿Cómo acordarme por cada vez que me levanto
qué sobre mi centro hubo guerras?

Me miro por mis ojos
y sé que son los monos quienes trepan.
“¡Un apretón de manos, compadre!”
Todo termina y te vuelvo a amar.

lunes, 23 de junio de 2008

Un Otoño por vos (y todos los que quieras)


Déjame sumergirme.
No te haré daño alguno
y no sabrás siquiera que estoy allí.
Déjame nadar en tus pestañas.

Puedes estar muy mal
como para dejarme caer con tus lágrimas.
Y siento que caigo tan lento
que parezco ya la lluvia que te acaricia.

Me sabré bien filtrar.
Me saborearás y no lo sabrás.
Dentro de ti seré un secreto
y tu amor me aguardará.

Tus labios me acarician,
y mis besos se despejan del sol.
que me queman y buscan mi muerte.

Serás mi cielo y yo las nubes
que te recorren en un día sin sol.
Apaga la luz y me verás caer
con un fondo estrellado y luna recién bañada.

Déjame sumergirme
y no querer perderte.
Puedo desearte a mi lado
y sólo tú sabrás si me besas.

Déjame caer y ahogarme.
Filtrar y saborearme.
Esconderme y abrigarme
en un día nublado sin sol.

El corazón envejecido al Tango 300


El corazón lastimado
quiere ser libre.
Deja las mamas tranquilas
y sus huesos desorbitados.
Pues es corazón al no estar solo
y lastimado al bombear las penas.

El corazón lastimado
quiere ver rosa.
Son su prisión las costillas angustiadas.
Como el viejo tendido en su lugar
se detiene a mirar gente.
¡Que buena memoria!-
lo reprimen con halagos de tener que olvidar
pues son entes que nunca va a encontrar
en esta escuálida ciudad
de anorexia moderna.
De vitrinas de vinilos soldados
al metal rojo, al metal pasado.

Al corazón lastimado
lo han dejado de lado.
Y no sería sufrir si
su paso por la primavera
le hubiese dejado flores.
Como mujeres de ámbar,
ámbar de mujeres,
que salivan los espejos después de un baño.
A punto de evaporar están los pisos
que de tantos juegos
los niños se dedicaron a rayar.

Mientras los pasos de tango,
10 años después,
con acordeones, mujeres,
manos expertas, supieron moldear.

No era un galán,
ni un charlatán,
que con sus zapateos
hacía derramar los ácaros del piso,
que en esquinas se consagraban
los tumultos de sal y mar.
Eran las fosas,
sus pies los taladros,
que buscaban hacer brotar el agua
de su centro cálido.

Las oficinas dejaban de matricular
a las personas que querían entrar.
Ahora la llave era un pez
que recorría la clave por cables.
Actores de las guerras tratan de cambiar
el rostro al trabajador indocumentado.
Y todo el día así se las ha llevado,
buscando ser juez de religión santa
que no ha matado
sino buscado lo que justicia han desdichado.

Ahora era un lobo quien se quería
suicidar desde lo más alto de la torre.
Ha esperado bastante las lunas,
que desde antenas se confunden
con estrellas rojas.
¿Júpiter quizás lo que llaman
grande, magno y gigante?

Recorre en escalas su grandeza
y al final, cuando le llaman alto
al más pionero,
sólo se le agarra los metros.
Es la calidez de sus movimientos quienes
dictan la verdadera solidez de sus articulaciones.
Pero intenta hacer una escala a la luna,
como un puente de hombres,
donde los tacones les pisen los ojos
y les paguen con rosa su color
de fuego mentor de flamas
que intentan sumergirse bajo su idea
de parecerse al agua.

Todos los detalles se van hasta la ira
de alguna mano ajena.
¿Algún dios habla con las manos?
y si se tienden los mantos
no es porque nos quieren alcanzar
y no está lloviendo porque quiere llorar.
Simplemente avanza para su centro cultivar.
Como molino su corazón
bajo capas de pieles
y orejas que siguen oyendo
saben con gritos marchitar.

No se unen las bestias para llorar.
Es para clamar las tierras
que desde principios vieron avanzar
las escalas de nubes y camas
descalzas de sábanas
los jirones de muerte que con noches
la gente las hizo olvidar.

Es una espada el espacio
entre su pensar y su actuar.
Como la duda al perfecto,
o el errar al inundado,
que sobre mares de animales,
y sangre extinta
baña los cultivos de roja tinta.

Mientras salen,
sales, las puertas giran,
te quieren alcanzar
la intimidad de tu rencor
a mirar lo que atrás
atrás queda.

Y muerta afuera,
afuera eres tan vulnerable,
te escapas por tu propia vitrina,
como el alfa del plano,
puedes chocar sin frenos.
Puedes chocar sin frenos.
Los colchones no alcanzan tu vuelo
que en sueño supiste hallar.
La pluma de las almohadas
se sienten impresionadas.

Se sienten presionadas,
que un apretón de labios
se dejan de respirar.
Se empiezan a detestar, y te dejan
ácaros sobre tu espalda de dulce.

Es allí donde sentirás sus aullidos
y sus hormonas serán un revoltijo.
Se quieren escapar del exhibicionismo
y van como globos, te hacen volar.

Tu cuerpo es el asfalto más colorido.
NOJONNONONONONNONOJNONONON
Tu cuerpo es la dulzura de un beso,
que se hace befo al momento de saborear.
Tu cuerpo es un arco iris.
Son colores que tu dejas a lo natural.
Como supiste a tu virginidad
no dejar suspirar,
o liquidar en las bodegas del mar sediento,
o hiel pura, aburridamente disoluble.

Como aceite.
El mundo es el vaso,
lleno de vida,
lleno de muerte,
el vapor al sol,
el frío al calor.
Y las noches le dan paso
a la ternura de tu agua
ensalivada, envuelta por ti.

Ahora oyes los ruidos más sensibles
y buscas los mares envueltos
por la naturaleza más afilada.
Son los dientes el estómago
del carnívoro que no deja paso al sentir.
Que no pregunta y construye
una costanera de visiones coloridas
por pampas amarillas
y claras de espinosas
manos que comieron huevos sin empollar.

Ahora son mis ojos
los que buscan tu cualidad.
Como dos botones te empiezo a saborear
y ya no puedo esperar la tortura
de los broches con historia
de ingenio y locura.
Como nombres de ríos,
como tierras de fuego.
Es ese el mar en que se posa el sol,
el hoyo donde caen los barcos,
y la ciudad de los monstruos más salados.
En mí siempre han habitado
mujer de las hojas grises.
Que no te dejas mezclar,
que vives en la constancia de los años
y no dejas subyugar tu identidad.

Al final todos somos in perennes
que florecemos un año
para mirar el sol de otro modo.