lunes, 23 de junio de 2008

El corazón envejecido al Tango 300


El corazón lastimado
quiere ser libre.
Deja las mamas tranquilas
y sus huesos desorbitados.
Pues es corazón al no estar solo
y lastimado al bombear las penas.

El corazón lastimado
quiere ver rosa.
Son su prisión las costillas angustiadas.
Como el viejo tendido en su lugar
se detiene a mirar gente.
¡Que buena memoria!-
lo reprimen con halagos de tener que olvidar
pues son entes que nunca va a encontrar
en esta escuálida ciudad
de anorexia moderna.
De vitrinas de vinilos soldados
al metal rojo, al metal pasado.

Al corazón lastimado
lo han dejado de lado.
Y no sería sufrir si
su paso por la primavera
le hubiese dejado flores.
Como mujeres de ámbar,
ámbar de mujeres,
que salivan los espejos después de un baño.
A punto de evaporar están los pisos
que de tantos juegos
los niños se dedicaron a rayar.

Mientras los pasos de tango,
10 años después,
con acordeones, mujeres,
manos expertas, supieron moldear.

No era un galán,
ni un charlatán,
que con sus zapateos
hacía derramar los ácaros del piso,
que en esquinas se consagraban
los tumultos de sal y mar.
Eran las fosas,
sus pies los taladros,
que buscaban hacer brotar el agua
de su centro cálido.

Las oficinas dejaban de matricular
a las personas que querían entrar.
Ahora la llave era un pez
que recorría la clave por cables.
Actores de las guerras tratan de cambiar
el rostro al trabajador indocumentado.
Y todo el día así se las ha llevado,
buscando ser juez de religión santa
que no ha matado
sino buscado lo que justicia han desdichado.

Ahora era un lobo quien se quería
suicidar desde lo más alto de la torre.
Ha esperado bastante las lunas,
que desde antenas se confunden
con estrellas rojas.
¿Júpiter quizás lo que llaman
grande, magno y gigante?

Recorre en escalas su grandeza
y al final, cuando le llaman alto
al más pionero,
sólo se le agarra los metros.
Es la calidez de sus movimientos quienes
dictan la verdadera solidez de sus articulaciones.
Pero intenta hacer una escala a la luna,
como un puente de hombres,
donde los tacones les pisen los ojos
y les paguen con rosa su color
de fuego mentor de flamas
que intentan sumergirse bajo su idea
de parecerse al agua.

Todos los detalles se van hasta la ira
de alguna mano ajena.
¿Algún dios habla con las manos?
y si se tienden los mantos
no es porque nos quieren alcanzar
y no está lloviendo porque quiere llorar.
Simplemente avanza para su centro cultivar.
Como molino su corazón
bajo capas de pieles
y orejas que siguen oyendo
saben con gritos marchitar.

No se unen las bestias para llorar.
Es para clamar las tierras
que desde principios vieron avanzar
las escalas de nubes y camas
descalzas de sábanas
los jirones de muerte que con noches
la gente las hizo olvidar.

Es una espada el espacio
entre su pensar y su actuar.
Como la duda al perfecto,
o el errar al inundado,
que sobre mares de animales,
y sangre extinta
baña los cultivos de roja tinta.

Mientras salen,
sales, las puertas giran,
te quieren alcanzar
la intimidad de tu rencor
a mirar lo que atrás
atrás queda.

Y muerta afuera,
afuera eres tan vulnerable,
te escapas por tu propia vitrina,
como el alfa del plano,
puedes chocar sin frenos.
Puedes chocar sin frenos.
Los colchones no alcanzan tu vuelo
que en sueño supiste hallar.
La pluma de las almohadas
se sienten impresionadas.

Se sienten presionadas,
que un apretón de labios
se dejan de respirar.
Se empiezan a detestar, y te dejan
ácaros sobre tu espalda de dulce.

Es allí donde sentirás sus aullidos
y sus hormonas serán un revoltijo.
Se quieren escapar del exhibicionismo
y van como globos, te hacen volar.

Tu cuerpo es el asfalto más colorido.
NOJONNONONONONNONOJNONONON
Tu cuerpo es la dulzura de un beso,
que se hace befo al momento de saborear.
Tu cuerpo es un arco iris.
Son colores que tu dejas a lo natural.
Como supiste a tu virginidad
no dejar suspirar,
o liquidar en las bodegas del mar sediento,
o hiel pura, aburridamente disoluble.

Como aceite.
El mundo es el vaso,
lleno de vida,
lleno de muerte,
el vapor al sol,
el frío al calor.
Y las noches le dan paso
a la ternura de tu agua
ensalivada, envuelta por ti.

Ahora oyes los ruidos más sensibles
y buscas los mares envueltos
por la naturaleza más afilada.
Son los dientes el estómago
del carnívoro que no deja paso al sentir.
Que no pregunta y construye
una costanera de visiones coloridas
por pampas amarillas
y claras de espinosas
manos que comieron huevos sin empollar.

Ahora son mis ojos
los que buscan tu cualidad.
Como dos botones te empiezo a saborear
y ya no puedo esperar la tortura
de los broches con historia
de ingenio y locura.
Como nombres de ríos,
como tierras de fuego.
Es ese el mar en que se posa el sol,
el hoyo donde caen los barcos,
y la ciudad de los monstruos más salados.
En mí siempre han habitado
mujer de las hojas grises.
Que no te dejas mezclar,
que vives en la constancia de los años
y no dejas subyugar tu identidad.

Al final todos somos in perennes
que florecemos un año
para mirar el sol de otro modo.

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