jueves, 26 de junio de 2008

Redireccionando (gente, con este Inédito de dos días)


En Monte Andes se vio caer
la roca más amarilla del cielo.
Cuida tu cabeza Betty,
que el terremoto no te vote el velo.

Las balas se van directo al hoyo,
como mis oídos atraen sonido.
Y no veo tu puerto Andes
donde evitas que los marcianos canten.

Las palomas vuelan porque llueve,
y las estrellas mojan porque estoy esperando
el campo minado de mis pensamientos
y la sonrisa de lo que mis manos cuelen.

El agua rebota porque levito
y alcanza las alas de tu techo
al mojar las plumas de tus tejas.
La bandada se inscribe en tu pecho
y son el rastro mis dedos marchitos
que siguen el hueco de los álamos.

No creo que en mi cuerpo habite el comercio
que ya salen humo de las nacionales.
Atraigo miradas emocionales,
como el cuerpo ha cambiado en tu Versalles.

Todas las manos son de mi centro
y como ombligo perdón les pido.
Puedo resucitar del mar perdido
y alterar el orden con mis lamentos.

Y mi cuerpo sale de mi tierra
que aparece en el mejor de los infartos.
¿Cómo acordarme por cada vez que me levanto
qué sobre mi centro hubo guerras?

Me miro por mis ojos
y sé que son los monos quienes trepan.
“¡Un apretón de manos, compadre!”
Todo termina y te vuelvo a amar.

No hay comentarios: